Rafaela Ybarra, su obra

RY Religiosas

La Obra en España

La Obra en España, comienza en 1894 con la adquisición de unos pisos en la calle Santa María de Bilbao para acoger a las jóvenes sin recursos que llegaban a la ciudad buscando un empleo. Lo atendían cuatro amigas de toda confianza de Madre Rafaela, pues habían trabajado mucho tiempo con ella en las tareas de promoción de la mujer y ahora daban un paso decisivo al consagrase al Señor totalmente como religiosas.

En 1897 se empezó a construir el  colegio de la calle Zabalbide, pues madre Rafaela veía como la obra se extendía y no había espacio para atender adecuadamente a tantas jóvenes y niñas como lo solicitaban.  Ella misma diseñó con el arquitecto Sr. Basterra como sería el edificio de amplios espacios  luminosos y en el centro la capilla, el lugar más digno y especial pues del encuentro con el Señor brotaba toda la energía y fortaleza para tan gran misión.

.CAPILLA ZABALBIDE

Posteriormente en 1909, se abre la Casa de Málaga en un hotel alquilado en la ciudad mientras se realizaba la obra del construcción del Colegio, trasladándose a ésta en 1913 en la calle Amador de los Rios

En 1992 se separa el Colegio de la Residencia pasando ésta a otra edificación en la Avenida Juan Sebastián el Cano, en una edificación de tres plantas y cuyas niños/as pertenecientes a Bienestar Social de la Junta de Andalucía viven en pequeños hogares al cargo de una religiosa y varios colaboradores que les ayudan en el desarrollo de sus actividades de estudio, formación y ocio.
El 15 de Julio de 1914 en un hotel alquilado en la calle Numancia se da comienzo a la obra en la ciudad de Santander, para trasladarse mas tarde a la calle Reina Victoria y definitivamente en 1985 a la calle León Felipe.

1917, se funda en Madrid en la calle Ayala un Colegio para atender las necesidades de las jóvenes que acuden en busca de trabajo a la Capital.

El 2 de enero de 1918, se inaugura en San Sebastián el Colegio del barrio de Ategorrieta, pasando a ser residencia de jóvenes posteriormente.

En septiembre de 1924, se establece la casa noviciado en una finca en Chamartín de la Rosa, en Madrid.

El 6 de enero de 1926, se establece la primera casa en Roma (Italia), como residencia cercana al Vaticano para tratar los asuntos oficiales.

En 1927, en unas de las casas de La Cava, (en Bilbao) donde vivió Don. Gabriel María de Ibarra, se convirtió en Colegio-Residencia para niñas huérfanas de Bilbao; en 1928 en la casa de la misma finca donde vivió la fundadora, se estableció la Curia Generalicia del Instituto, hasta que en 1978 se estable definitivamente en Madrid. Actualmente es  residencia de jóvenes.

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en 1929, será en Barcelona donde se desarrollará fecunda actividad apostólica hasta su desaparición a consecuencia de la Guerra Civil.

En 1967 se compró un terreno en el barrio de Usera, zona periférica  de Madrid, habitada en su mayor parte de emigrantes y   ayudadas por un bienhechor: el General Barroso se consiguió levantar un Colegio con capacidad para 1.000 alumnos/as de Educación Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato y Ciclos Formativos de Grado Medio. Actualmente de gran prestigio cultural. Es el colegio Rafaela Ybarra.

Junto al Colegio, a unos cien metros, en la c/ San Basilio se compró unos pisos con capacidad para 40 niños/as repartidas en cuatro hogares, pertenecientes a Bienestar Social de la Comunidad de Madrid.

Hacia 1965 se abre una residencia para jóvenes  trabajadoras en el espacio cercano al colegio de Zabalbide. Es la  Residencia  llamada de Stella Maris, hoy convertido en Centro Residencial de menores. Está dirigido por la hermanas pero atendido por laicos con gran compromiso con la Institución.  Se ha abierto un piso  anexo, en Baracaldo llamado Izargune, con la misma finalidad.
El 8 de Diciembre de 1978 comienza a funcionar una residencia para 50 jóvenes que vienen a Madrid en busca de trabajo, en unos pisos de nueva planta, de la C/ Mantuano, donde combinan trabajo y estudio en un clima de familia, de libertad y responsabilidad hasta que se casan o alcanzan un empleo que les permita independizarse.

Más tarde se abrieron otros pisos también en Madrid: Nuestra Sra. del Brezo en Serafín Gómez  donde se acoge y acompaña  a las jóvenes  mayores de 18 años.

La obra en Latinoamérica »

La Beata Rafaela Ybarra

 

Nació en Bilbao el 16 de enero de 1843. Su familia, de clase  acomodada, le proporcionó una educación amplia y esmerada.

Era de carácter vital, dulce y afable. Su educación cristiana y amabilidad natural favorecieron el crecimiento de su piedad religiosa y la compasión por los necesitados que siempre la caracterizaron, y que se  transformó a lo largo de su vida en amor generoso a cuantos tuvieron la suerte de conocerla y necesitarla.

Madre de Familia

A los 18 años se casó con José Vilallonga, ingeniero catalán, que con el tiempo sería uno de los principales impulsores de los Altos Hornos de Vizcaya. La pareja fijó su residencia en Bilbao, en una finca llamada La Cava.

Fue un matrimonio feliz y fecundo. Tuvieron siete hijos, dos de ellos muertos en temprana edad. A la muerte de una hermana de Rafaela se hicieron cargo de cinco sobrinos a los que ella amó y educó como a sus propios hijos.

En los primeros años de su matrimonio Rafaela vivió conforme a los usos de su condición social: paseos, cenas, teatros, relaciones sociales… Todo ello junto a unas prácticas de vida cristiana cada vez más frecuentes y comprometidas. Muy pronto es en éstas donde encontrará el sentido de su vida, mientras que las primeras le resultarán  superficiales y carentes de interés.

Por el camino de la Fe

Los años pasaban y los acontecimientos de su vida se sucedían; la fe y entrega a Dios de Rafaela se acrecentaba en todos ellos. Su amor a Jesucristo y el trato íntimo con Él, sobre todo en la oración y la Eucaristía eran cada vez mas intensos.
Como consecuencia de su profundo amor a Dios se entregó a remediar las necesidades de muchas personas que acudían a ella sabedoras de su bondad; incluso se anticipaba cuando sabía que alguien la necesitaba. Era proverbial su paciencia y solicitud con los enfermos.

En sus numerosos Escritos espirituales, que inició por indicación de sus Directores,  se narran sus experiencias de Dios y expresan admirablemente como conciliaba esta intimidad divina con la entrega a su numerosa familia y a remediar las necesidades de los pobres.

 

Caridad Efectiva

Era la suya una caridad inteligente, que no se conformaba con remediar las necesidades inmediatas, si no que, además, promovía numerosas iniciativas sociales orientadas a paliar las carencias asistenciales de su época. Decía: “Las personas pasan pero las Obras permanecen”.

Impulsó la creación de la Maternidad de Bilbao, el establecimiento en la capital de las Hnas. de María Inmaculada para atender a las  jóvenes  del servicio  doméstico, y de las RR. Adoratrices; participó en la creación de la Universidad de Deusto, y, entre otras actividades, pertenecía a una Asociación llamada Junta de Obras de celo dedicada a ayudar a  muchachas necesitadas de trabajo y orientación en la que participaba activamente. Fue en este apostolado y visitando cárceles y hospitales, donde observó las penas y dificultades que tenían las jóvenes pobres para salvaguardar su dignidad y salir adelante en la dura sociedad industrial bilbaína.

 

Con la fuerza del AMOR

Se despertó en Rafaela una vocación especial a favor de estas jóvenes. Dedicó todos sus afanes y energías a crear las condiciones para que, las que tenían mayor riesgo de exclusión social, preferentemente, encontraran siempre cariño, acogida y protección hasta   establecerse o encontrar un trabajo digno. Alquiló varios pisos, montó unos talleres y organizó la vida de las jóvenes alternando trabajo y formación. Con la ayuda de algunas personas voluntarias y otras asalariadas empezó a orientar y acompañar a estas muchachas.

Su amor por las jóvenes, reflejado en un trato lleno de interés, dulzura y simpatía naturales, se ganaba la confianza de estas chicas que no tardaron en llamarla “madre” en un reconocimiento espontáneo y sincero a sus desvelos, cariño y trato exquisito. Rafaela supo imprimir a su pedagogía la clave de la maternidad; no en vano ella fue madre en todos los sentidos.

 

En la casa del PADRE

Quebrantada su salud por una grave enfermedad, Rafaela falleció el 23 de febrero de 1900 en medio del cariño y veneración de familiares, religiosas y jóvenes, tenía 57 años. Su muerte causó gran consternación en cuantas personas la conocían y fue un triste acontecimiento en la ciudad de Bilbao.

La Fundación siguió adelante con la ayuda de Dios y alentada por el espíritu de Rafaela. Otras muchas jóvenes siguieron sus pasos y hoy esta Congregación se extiende por España y América latina.

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Beatificación y Canonización

La santidad de la vida de Rafaela Ybarra obtuvo el reconocimiento de la Iglesia. El 29 de septiembre de 1984 fué proclamada Beata por el Papa Juan Pablo II.

Actualmente se encuentra muy avanzado su proceso de canonización.

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